Cristina Galbarro, psicóloga de Hospital San Agustín, explica un transtorno cada vez más común entre niños, adolescentes y adultos
Actualmente el TOC es reconocido como problema común que afecta a un 2% de la población mundial -se calcula que en España hay 1 millón de afectados-.
En esta cifra se incluye población adulta, niños y adolescentes. Antes se pensaba que era un trastorno que aparecía en la edad adulta, hoy sabemos que puede empezar a manifestarse en la infancia.
Es un trastorno incapacitante, porque impide desarrollar el día a día con normalidad, tal y como le gustaría a la persona que lo padece, afectando a diversas áreas de su vida, generando un profundo malestar en quienes lo padecen.
Permanece oculto una media de entre 7 y 10 años -esto quiere decir que la mayoría de los afectados de TOC no cuentan con un diagnóstico y un tratamiento adecuado hasta pasado este tiempo.
Esto es así porque es un trastorno muy desconocido, incluso a nivel profesional y el miedo al estigma, a no ser comprendido, a ser tratado como “loco”, hace que las personas que lo sufren no lo cuenten, sientan vergüenza, temor, ocultándolo incluso a las personas más queridas para ellos.
El termino Trastorno Obsesivo compulsivo se utiliza para definir un cuadro psicopatológico caracterizado por dos síntomas principales: las obsesiones y las compulsiones.
Podemos definir las obsesiones como pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que invaden la mente de la persona en contra de su voluntad y que esta considera amenazantes, inaceptables, grotescas o absurdas. Causan ansiedad y malestar significativo en la persona que las sufre y no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real
El afectado intentará evitarlas, suprimirlas o neutralizarlas mediante comportamientos o actos mentales de carácter repetitivo. Esto son las compulsiones, comportamientos (p. ej., lavado de manos, poner en orden objetos, comprobaciones) o actos mentales (p. ej., rezar, contar o repetir palabras en silencio) de carácter repetitivo, estereotipado, voluntario, que el individuo se ve obligado a realizar en respuesta a una obsesión, con la finalidad de reducir la posibilidad que suceda la catástrofe temida o bloquear la ansiedad causada por la propia obsesión
Diversos estudios indican que prácticamente la totalidad de la población general sufrimos con frecuencia variable ideas intrusivas –pensamientos que aparecen en nuestra mente sin que lo deseemos-. Las dudas, preocupaciones y creencias supersticiosas pueden ser comunes a la mayoría de las personas en mayor o en menor medida en la vida diaria.
Cuando se hacen excesivas e interfieren en el funcionamiento cotidiano produciendo un malestar significativo y dificultades en el área social, familiar y/o laboral. Cuando la interpretación que se da a este tipo de ideas es de tipo catastrófico, dándoles credibilidad, sintiéndose responsable o culpable por la idea, es cuando se realiza el diagnóstico del TOC.
En el diagnóstico del TOC encontramos clasificaciones o tipos, que diferentes autores han intentado delimitar entre los pacientes diagnosticados de TOC. De entre ellas podemos mencionar, los que se lavan o limpian, los que comprueban, los que ordenan, los que repiten, los que acumulan, los que se aseguran de no hacer daño, los que buscan simetría, los que realizan acciones lentamente, los que restituyen… bien a través de comportamientos o de acciones mentales.
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