Lola Sousa Márquez afirma que los casos de obesidad han incrementado en los últimos 40 años
Nuestra graduada en Nutrición Humana y Dietética y licenciada en Biología, Lola Sousa, ha escrito un artículo por el Día Mundial contra la Obesidad que se celebra hoy 12 de noviembre.
Según explica Lola Sousa, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define el sobrepeso y la obesidad como “una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud“.
El indicador que más se usa para medirlos es el Índice de Masa Corporal (IMC) que se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). Este índice, a pesar de que no tiene en cuenta el sexo, la edad ni la composición corporal, es fiable porque muchos estudios han corroborado su correlación con la adiposidad. Además es muy fácil de obtener.
En adultos, se considera sobrepeso cuando el IMC es igual o superior a 25 y obesidad cuando es igual o superior a 30. En niños y jóvenes, se usan tablas que tienen en cuenta la edad y el sexo.
La obesidad se está convirtiendo en una epidemia en el mundo desarrollado, ha aumentado exponencialmente en los últimos 40 años y España no diverge de esa tendencia. Según los datos de la Encuesta Nacional de Salud del 2017, la proporción de españoles de ambos géneros y de cualquier segmento de edad con sobrepeso y obesidad sigue aumentando. Un 18,2% de hombres y un 16,7% de mujeres padecen obesidad. Respecto al sobrepeso, es un 44,3% de hombres y un 30,0% de mujeres.
La prevalencia de obesidad infantil también se mantiene en cifras elevadas. El porcentaje obesidad es del 10,30% mientras que el sobrepeso es del 18,26%. Estos datos son muy preocupantes porque los niños con sobrepeso u obesidad tienen un mayor riesgo de ser adultos obesos y, como consecuencia, padecer enfermedades crónicas en el futuro.
Si se mantiene esta progresión, en poco más de una década, para 2030, hay estudios que prevén que el 80% de los hombres y el 55% de las mujeres, tendrá problemas de sobrepeso u obesidad en España.
Lola Sousa matiza que, aunque la obesidad tiene un origen multifactorial (genética, alimentación, sedentarismo, entorno, marketing, etc.) hay consenso en que la causa fundamental es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas y que este desequilibrio puede estar propiciado, en las últimas décadas, por un aumento de consumo de alimentos hipercalóricos y un estilo de vida cada vez más sedentario.
A nivel mundial se van produciendo modificaciones de hábitos como consecuencia de cambios sociales y ambientales derivados del desarrollo y la falta de políticas que defiendan la salud frente a los intereses de la industria alimentaria. La gran oferta de alimentos y las estrategias de marketing incitan a comer más cantidad, más a menudo y promocionan la ingesta de procesados y ultra-procesados ricos en grasas y azúcares. La comercialización de bebidas azucaradas y de alimentos calóricos pobres en nutrientes (calorías vacías), que al mismo tiempo suelen ser los más baratos y están más disponibles, favorece la obesidad infantil y adolescente, especialmente en las comunidades más pobres. La mayor parte de la información alimentaria que llega a la población procede de grupos con intereses comerciales para vender productos poco saludables.
La influencia negativa de la obesidad sobre la salud está fuera de toda duda; cada día se relacionan más patologías con un IMC elevado. A medida que aumenta el IMC, hasta alcanzar los niveles de sobrepeso y obesidad, también aumentan el riesgo de afecciones crónicas como: eventos cardiovasculares, diabetes tipo 2, hipertensión, dislipidemia, algunos tipos de cáncer (endometrio, mama, colon), afecciones del hígado y de la vesícula, apnea del sueño y problemas respiratorios, artrosis, problemas ginecológicos, etc.
La obesidad infantil, como hemos mencionado antes, se asocia con una mayor probabilidad de padecer obesidad y patologías relacionadas en la edad adulta. Además de los problemas que se pueden evidenciar ya en la infancia: problemas respiratorios, mayor riesgo de fracturas e hipertensión, presencia de marcadores tempranos de enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina y por supuesto, los efectos psicológicos relacionados, principalmente con la autoestima.
Actuación contra el sobrepeso
Para luchar contra el sobrepeso y la obesidad es necesario actuar a distintos niveles. En el plano social, se precisa un cambio de rumbo del ambiente obesogénico en el que estamos inmersos. Las autoridades competentes tendrían que garantizar que comer bien sea más fácil que comer mal. En este sentido, el Ministerio de Sanidad ha presentado el “plan de Colaboración para la Mejora de la Composición de los Alimentos y Bebidas “. Se busca un compromiso de la industria alimentaria para que se autorregule y baje los niveles de azúcar, sal y grasas saturadas en una serie de productos ultraprocesados (cereales de desayuno, galletas, helados, lácteos, derivados cárnicos, zumos de frutas, cremas, pastelería, platos preparados, aperitivos, salsas, bebidas refrescantes, pan y bollería). Pero, hay que tener en cuenta que aunque mejoren un poco su composición, no se debe abusar de estos alimentos. Es más fácil mantener el equilibrio energético con un patrón de consumo que incluya básicamente buenos alimentos poco o nada procesados.
Por otro lado, son necesarias otras acciones como promover la educación de los niños y adolescentes en hábitos dietéticos más recomendables y menor sedentarismo, potenciando las prácticas deportivas. Todo esto desde los centros educativos, con un profesorado que tenga una buena formación, y luchando contra los estereotipos que pueden provocar trastornos alimentarios y psicológicos importantes, como la anorexia o la bulimia.
En el plano individual, para adoptar un buen patrón alimentario, se pueden seguir una serie de pautas básicas que se dan en función de la evidencia científica existente; aumentar el consumo de alimentos vegetales frescos, tomar fruta como postre, limitar el consumo de alimentos de origen animal, consumir más legumbres y cereales integrales, elegir el aceite de oliva como grasa y el agua como bebida. Evitar todo lo posible las bebidas alcohólicas, los alimentos y bebidas ricos en azúcar, la comida rápida, los embutidos, la carne procesada y la sal. Además, cocinar para comer en familiar y practicar actividad física regularmente.
En definitiva, frente a la obesidad lo mejor es la prevención; pero si tenemos que tratarla, ni dietas milagro ni productos mágicos, mejor comer saludablemente con alimentos que no requieren publicidad y no llevan una larga lista de ingredientes en su etiqueta. Y si necesitamos ayuda, podemos contar con los especialistas en Dietética y Nutrición.