Nuestro equipo de traumatología trata el dolor lumbar desde la consulta hasta el quirófano
El dolor lumbar, también llamado lumbalgia, es un síntoma muy prevalente en la población. Se estima que entre el 80 y el 90% de las personas sufren el su vida algún episodio de dolor lumbar y la mayor causa de sufrimiento y de absentismo laboral en la población activa tras los cuadros de vías respiratorias altas, con el consiguiente coste económico para cualquier sociedad avanzada.
En la inmensa mayoría de los casos discurre de forma benigna y se resuelve en un plazo de unos 15 días sin mayores consecuencias. No obstante, es muy importante la evolución de estos episodios y la asociación o no con los llamados «síntomas de alarma», pues la presencia de estos es lo que debe hacernos preocupar y profundizar en la búsqueda de la causa exacta de la lumbalgia, pues el simple diagnóstico de lumbalgia es totalmente inespecífico.
El síntoma que más frecuentemente se asocia con la lumbalgia es la ciática o ciatalgia que es la irradiación del dolor lumbar por una o las dos piernas. Este síntoma
también es inespecífico, pero nos está indicando que la patología que produce la lumbalgia, muy probablemente está provocando, además, la compresión de uno o varios nervios a nivel lumbar. La zona de distribución del dolor y la presencia de zonas en la piel dormidas o con «hormigueo» y/o con debilidad muscular, nos indica el nivel y la severidad de la posible lesión. En los casos extremos, esta compresión puede llegar a producir síntomas genitales o pérdida de control de esfínteres.
En el caso de la aparición de algunos de estos síntomas, se debe acudir a consulta para el diagnóstico correcto y la resolución del cuadro, pues es posible que el retardo en su tratamiento deje su presencia como secuela permanente a pesar de ya haber sido tratado el origen de los mismos. La edad y la forma de aparición y evolución de los episodios, también es muy orientativo en cuanto a la gravedad de la lumbalgia.
Los cuadros de lumbalgia más frecuentes son también los más banales, y responden a cuadros de contracturas musculares por malos hábitos o sobresfuerzos puntuales. La patología más frecuente a nivel lumbar es la degenerativa. Con esta palabra no se quiere decir que necesariamente sean cuadros progresivos, sino que su causa es el deterioro de las estructuras óseas, articulares y discales de la columna lumbar. Tenemos que tener en cuenta que la posición bípeda hace que el peso y la mayor movilidad sobrecarguen mecánicamente los segmentos lumbares más bajos.
Como exponentes más importantes están la artrosis de las articulaciones intervertebrales o facetas, desarrollando el llamado Síndrome Facetario, y la hernia discal, que suele acompañarse de ciatalgia por compresión nerviosa. En personas por encima de 60 años, con los discos ya gastados y un componente artrósico severo, se produce un estrechamiento o estenosis del canal lumbar con la consiguiente compresión de las estructuras que están en su interior. El síntoma predominante en este caso es la claudicación a la marcha que se produce cada vez a distancias menores a medida que el cuadro progresa.
La lumbalgia es una entidad muy prevalente y en la inmensa mayoría de los casos responde a patologías leves y se puede tratar de forma conservadora modificando algunos hábitos.
La inmensa mayoría de estos cuadros, por suerte suelen tener un tratamiento exitoso por métodos conservadores, comenzando por normas de higiene postural, hábitos, pérdida de peso en caso necesario, estiramientos, etc. Se pueden asociar de entrada o a medida que se precisen, otros tratamientos medicamentosos, Rehabilitación, o valoración de infiltraciones en Unidades del dolor.
Cuando el cuadro no responde o se asocia con síntomas de compresión neurológica, se debe valorar el tratamiento quirúrgico, pero para que este último tenga mayores posibilidades de éxito es primordial hacerlo en el momento adecuado.
Las demás causas de dolor lumbar son mucho más improbables pero suelen ser más graves y se suelen asociar con otros síntomas de alarma, como por ejemplo la fiebre, el dolor incluso en reposo, la pérdida de peso, la aparición en niños, la deformidad de la columna, la aparición con un traumatismo o esfuerzo leve, etc. Estos casos pueden traducir otras patologías propias de la columna o de otra índole que debutan con dolor lumbar, como pueden ser fracturas vertebrales, escoliosis u otras deformidades de la columna, infecciones o tumores, primarios o metastásicos.
Es importante acudir a la consulta cuando el cuadro no se resuelva dentro de los primeros 15 días o cuando se acompañe de dolor irradiado a las piernas, debilidad, pérdida de control de esfínteres, claudicación a la marcha o algún otro síntoma de alarma. El éxito del tratamiento quirúrgico es mucho mayor a lo que la creencia general le achaca, pero está muy condicionado por el momento de su aplicación y siempre dentro del entorno general de cada paciente. En algunos casos, este tratamiento persigue la estabilización (la no progresión) del cuadro o como tratamiento paliativo si no hay otra opción, considerándose este como un resultado satisfactorio.
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